A UN AÑO DEL PRIMER CONFINAMIENTO EN EUROPA Italia, la “zona cero” Se recordó cómo hace un año la localidad de Codogno, situada al sur de Milán (Lombardía, norte), se convirtió en 'zona cero...
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A UN AÑO DEL PRIMER CONFINAMIENTO EN EUROPA
Italia, la “zona cero”
Se recordó cómo hace un año la localidad de Codogno, situada al sur de Milán (Lombardía, norte), se convirtió en 'zona cero' de Europa, al detectar el primer caso positivo autóctono de coronavirus e iniciar un confinamiento que se extendería a todo el continente.
Italia comenzó aquel 21 de febrero de 2020 una batalla contra el coronavirus que todavía está librando y que por el momento ha dejado unos 2.800.000 casos totales de contagio y más de 95.000 fallecidos.
Entre aplausos y con un concierto de música, el municipio de Codogno ha inaugurado un memorial de acero con el que honra a todos los muertos y sus familiares, pero también a la "comunidad resiliente", sin olvidar a los sanitarios, que tan necesarios han sido en todo este tiempo.
El aniversario no podía celebrarse en otro sitio que no fuera esta pequeña localidad de unos 15.000 habitantes, que hace un año se convirtió en el primer foco del coronavirus en Europa.
"Hace un año a estas horas estábamos intentando entender la situación que había caído sobre nosotros", dijo el alcalde de Codogno, Francesco Passerini, en la inauguración del memorial.
Todo comenzó en la tarde del 20 de febrero, cuando el hospital de Codogno comprobó que Mattia Maestri, un hombre sano y deportista de 38 años, era positivo en coronavirus.
La doctora Annalisa Malara, de 39 años, había decidido realizarle una prueba anti-covid al encontrar una extraña neumonía que se extendía con rapidez y conocer que días antes había cenado con un amigo que había estado en China.
Se saltó todos los protocolos, pues hasta entonces Italia solo hacía pruebas a quienes habían vuelto de China, y decidió practicarle una que convirtió a Maestri en el 'paciente 1', el primer caso autóctono de alguien positivo en coronavirus y que no había pisado el gigante asiático.
Después se comprobaría que aquel amigo había vuelto de China hacía tiempo, que era negativo por Covid-19, también que el virus ya circulaba anteriormente en el continente y que muchos diagnósticos de neumonías comunes realizados en los meses anteriores no eran correctos. Pero entonces no se sabía.
Los hechos se precipitaron: al día siguiente, el 21 de febrero, se comunicó la primera muerte por coronavirus, Adriano Trevistan, un italiano de 78 años, contagiado en la región de Veneto (noreste).
El Gobierno italiano confinó once localidades del norte del país, con unas 50.000 personas, con la intención de frenar la propagación del virus.
Pero ya era tarde, el virus ya estaba extendido y el 9 de marzo Italia decretó su confinamiento nacional, un encierro que paralizó la vida de las personas durante dos meses y que supuso un mazazo para la economía y provocó una crisis de la que Italia, igual que el resto de Europa, tiene ahora que salir.
El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó el coronavirus de pandemia. Poco después, el 18 de marzo, una fotografía dio la vuelta al mundo: Una larga columna de camiones militares atravesaba el centro de la ciudad italiana de Bérgamo, en Lombardía, transportando decenas de féretros de víctimas del coronavirus para su incineración en otros lugares, pues el cementerio no tenía capacidad para acogerlos.
Se descubrió después que Italia tenía un plan contra pandemias que se remontaba a 2006 y que no se había actualizado; y que, a pesar de que estaba desfasado, tampoco se puso en marcha en enero, cuando la OMS pidió a los países que actuaran con protocolos para contener el virus que en ese momento procedía de China
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