LA JUSTICIA BRITÁNICA RECHAZA LA EXTRADICIÓN DE JULIAN ASSANGE A EE.UU. Riesgo de suicidio es su “salvación” La juez británica Vanessa Baraitser ha rechazado la extradición del fundador de Wi...
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LA JUSTICIA BRITÁNICA RECHAZA LA EXTRADICIÓN DE JULIAN ASSANGE A EE.UU.
Riesgo de suicidio es su “salvación”
La juez británica Vanessa Baraitser ha rechazado la extradición del fundador de WikiLeaks Julian Assange a Estados Unidos por 18 cargos de intrusión informática y espionaje. La Fiscalía anunció su intención de interponer un recurso contra el veredicto, esto puede poner a prueba en los próximos meses las relaciones entre Londres y Washington.
La juez bloqueó la petición de extradición alegando la preocupación por la salud física y mental de Assange y el riesgo de que pudiera cometer suicidio si es extraditado a Estados Unidos. "Mi impresión general es que se trata de un hombre deprimido y a veces desesperado y temeroso de su futuro", dijo la magistrada.
"He concluido que la condición mental del señor Assange es tal que sería opresivo extraditarle a Estados Unidos", declaró la juez. Las autoridades norteamericanas tienen 14 días para presentar una apelación.
Julian Assange seguirá previsiblemente entre tanto en la prisión de Belmarsh, aunque sus abogados presionarán para lograr su excarcelación argumentando también el deterioro de su salud.
La decisión de la magistrada británica no pone el punto final a la larga batalla legal de diez años, pero supone una victoria temporal para Julian Assange, de 49 años, que enfrentaba a una pena de hasta 175 años de cárcel. La decisión final sobre la extradición es en cualquier caso política y le corresponde a la secretaria de Interior británico Priti Patel
El fundador de WikiLeaks ingresó en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, sentenciado a 50 semanas de prisión en el Reino Unido por haber violado los términos de su libertad provisional y a la espera del juicio de extradición, que se celebró en dos fases. La última tuvo lugar en los juzgados de Old Bailey, donde la juez Vanessa Baraitser emitió el lunes el veredicto.
Corría finales de agosto de aquel año 2010, en el que Wikileaks sacudía una y otra vez la opinión pública de medio mundo, cuando Assange envió a este periodista un escueto mensaje: “Tener tiempo ahora es simplemente imposible”. El australiano trabajaba, quién lo iba a saber, junto a su socio en el proyecto, el alemán Daniel Domscheit-Berg —entonces conocido como Daniel Smith— en una filtración masiva de cables diplomáticos, mensajes recibidos o enviados a legaciones norteamericanas que destapaban los secretos de la política exterior de Washington. La aproximación a la prensa de Assange era tímida y desconfiada —más cercano fue siempre Domscheit-Berg—. Pero sabía que la necesitaba para llegar al mundo.
Aquellas revelaciones de Wikileaks, el conocido como Cablegate, fueron publicadas el 28 de noviembre de 2010 por cinco diarios internacionales: The Guardian, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel y EL PAÍS. Fue la gota que colmaría la paciencia de EE UU, que ya tenía en el punto de mira al australiano, un emprendedor tremendamente creativo, experimentado hacker, activista de la transparencia informativa, convertido en pocos meses en ídolo de masas. Al menos durante un tiempo.
Assange y su web habían destapado ya algunas de las prácticas abusivas de EE UU en sus guerras en Irak y Afganistán; los archivos secretos de Guantánamo; las ejecuciones extrajudiciales de la policía keniana; las prácticas fraudulentas del banco Kaupthing, Pero Assange y su web habían destapado ya algunas de las prácticas abusivas de EE UU en sus guerras en Irak y Afganistán; los archivos secretos de Guantánamo; las ejecuciones extrajudiciales de la policía keniana; las prácticas fraudulentas del banco Kaupthing.
Lo cierto es que los psiquiatras consultados durante el proceso judicial manifestaron que Assange padece “un trastorno del espectro autista” y, en el caso de que acabe en un vuelo con dirección a EE UU, existe un claro riesgo de suicidio.
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