DON ROMILDO QUINTANA, UNA HISTORIA VIVIENTE El que sabe, sabe “Lamentablemente nuestro país está dominado por pillos chamigo. Es la escuela de Stroessner. Por eso nos cuesta tanto despegar, por eso tenemos escuelas que se caen a pedazos, por eso tenemo...
el, que, sabe, sabe
DON ROMILDO QUINTANA, UNA HISTORIA VIVIENTE
El que sabe, sabe
“Lamentablemente nuestro país está dominado por pillos chamigo. Es la escuela de Stroessner. Por eso nos cuesta tanto despegar, por eso tenemos escuelas que se caen a pedazos, por eso tenemos hospitales chatarra. Hace más de 50 años que un grupito de pillos vive en la opulencia mientras la gran mayoría tiene que hacer milagros para comer todos los días”, dice el anciano en tono resignado.
Don Romildo Quintana nació en Quyquyhó hace 84 años. Habla pausadamente a través del teléfono desde su casa de Presidente Sáenz Peña (Chaco argentino), donde vive hoy. Allá fue a refugiarse en la casa de una hija hace unos 40 años, cuando fue echado de la Aduana, a raíz de un incidente en su lugar de trabajo. “Un compañero “tïroÿsa” (soplón) que me acusó de febrerista contrera, llevándole cuentos a la superioridad”.
Pese a los años que lleva fuera del país, don Romildo está al tanto de las cosas que ocurren en el Paraguay. Dice ser un obsesivo de la lectura y de la historia. En realidad, es una historia viviente de lo que es el Paraguay. Pero ya no piensa volver a radicarse en el país, que “no cambió nada”, según su visión. “Sobre todo, pe Aduanape no cambiai mba´eve” (sobre todo en la Aduana no cambió nada).
No le gustó la idea cuando se le sugirió si podría enviar una foto actual para publicar. “Nooo, mba´e foto pio. Maapio ohechaséta tujávai” (nada de foto, quién va a querer ver a un viejo feo).
“Antes eran los cigarrillos de Napout, que hizo fortuna con el contrabando. Creo que era Marlboro. Me acuerdo que nos asombramos con una de las primeras mansiones que hubo en Asunción, que era de él, sobre la avenida Mariscal López. Ahí hacían unas fiestas principescas con invitados internacionales. Hasta que se peleó con el general Rodríguez y le comió el negocio”, dice.
Y sigue: “No cambió nada. Estadísticamente somos uno de los países con mayor índice de alcohólicos. Estamos entre los mayores consumidores de alcohol en el mundo. Cada niño paraguayo al nacer ya toma como tres litros de whisky”, dice.
Y sigue el monólogo de Don Romildo. “Pero además hacemos milagros con los números. Un whisky que sale de Escocia a 96 dólares la caja, puede llegar a la aduana paraguaya a 62 dólares. Llega más barato que en la fábrica”.
“Es el mismo milagro que allá por los 70/80 ocurría con el café, cuando el negocio lo manejaban el general Martínez, su cuñado Don Antonio y el general Clebs. No teníamos una sola planta de café, pero éramos uno de los grandes exportadores de café. Era café brasilero que metían en frío y salía después como café paraguayo”, dice.
“Chamigo, na ñane pohai voí. Ikatuko alguna vez o mandá algún ipatriota mía ha ocambiá la situación” (puede ser que alguna vez gobierne algún patriota y cambia la situación), dice no muy convencido.
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