LA PANDEMIA “SILENCIÓ” A BARRAS BRAVAS Una mirada a la violencia del fútbol Han sido etiquetados como la cara peligrosa y violenta del fútbol. Una red organizada que se aglomera antes de cada partido con canticos, bande...
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LA PANDEMIA “SILENCIÓ” A BARRAS BRAVAS
Una mirada a la violencia del fútbol
Han sido etiquetados como la cara peligrosa y violenta del fútbol. Una red organizada que se aglomera antes de cada partido con canticos, banderas, el infaltable vino en cartón (y quizás otras sustancias) eran parte del “paisaje” en muchos barrios de Asunción y alrededores antes de la cuarentena.
El coronavirus paró el fútbol y por ende los barras bravas. Lejos están aquellos días en el que fanatismo exacerbado y el descontrol irracional se apoderaba de las adyacencias de algún estadio pidiendo monedas “para la batalla”.
Andrés Servín es integrante de “Ultra Sur”, además de “barra brava” es limpiavidrio en un cruce de avenidas en la ciudad de Villa Elisa y expresa que la situación está complicada por la falta de ingresos económicos.
El “aguante” como Servín llama a lo que hacen, son apoyadas por clubes desde hace años con beneficios. Admite una obviedad: son incentivados por dirigentes con beneficios monetarios, entradas y hasta viajes. Mencionó que a pesar de la cuarentena sigue en contacto con sus pares barras por los grupos de whatsapp.
Lo que antes era sobre el deporte se ha convertido en algo mucho más. El término “barra brava” fue acogido por primera vez en los años setenta, según José Garriga, un sociólogo argentino que pasó más de diez años estudiando estos grupos en Sudamérica.
En sus inicios eran grupos de simpatizantes quienes se organizaban para mostrar su lealtad a sus equipos con canciones, banderas y fuegos artificiales.
A medida que el fútbol creció, las barras bravas también lo hicieron. Y es probable que ni la pandemia disuelva a estos grupos que fingen ser hinchas.
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