EN PETROPAR, PATRICIA SAMUDIO NI SE INMUTA Chau Melgarejo. ¿Renunció o lo renunciaron? Hasta hace un momento, los presidentes de Dinac y Petropar parecían ser intocables para Marito. Ahora ese rótulo solo lo tiene Patricia S...
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EN PETROPAR, PATRICIA SAMUDIO NI SE INMUTA
Chau Melgarejo. ¿Renunció o lo renunciaron?
Hasta hace un momento, los presidentes de Dinac y Petropar parecían ser intocables para Marito. Ahora ese rótulo solo lo tiene Patricia Samudio. Melgarejo decidió renunciar. Y la señora Samudio ni se inmuta, pese a que está envuelta en el mismo manto de escándalo que su renunciante colega de la Dinac.
Y parece ser que hasta ahora Marito es el único que sigue creyendo en la inocencia de ambos: del renunciante y de la que sigue.
No es secreto para nadie que Edgar Melgarejo y Patricia Samudio están “quemados”. Pero Marito no tiene ningún problema de “broncearse” con ellos. O más que ellos. Por suerte, con la salida de Melgarejo, la única que queda bajo el sol quemante es Patricia Samudio. Seguirá siendo la compañera de “bronceado” del Presidente.
Al igual que Melgarejo, no pasaba un solo día en que las redes no estén inundadas de denuncias de corrupción contra Patricia Samudio. El escándalo por probables “tragadas” era el pan diario en Dinac y Patropar. La última cinta negra que cargaron juntos Melgarejo y Samudio es la de los “tapabocas de oro”. Para peor, en plena pandemia en que urge el cuidado extremo de los recursos públicos.
Melgarejo no pudo contra la fiebre del escándalo. Pero Patricia Samudio ni se resfría.
Y su mejor antídoto parece ser el propio Marito.
Y esto da lugar a un aluvión de comentarios sobre las razones que la hacen inamovible. El más contundente es que tiene algún “as en la manga” que lo protege. Por un lado, que fue fuerte financista de la campaña presidencial (y los favores políticos “hay que pagarlos”). Y por otro lado, que puede tener guardado algún “secreto de alto voltaje” que podría salpicar al propio Presidente en caso de una destitución escandalosa.
De darse una salida, tendrá que ser al igual que la de Melgarejo, bajo el ropaje de la “renuncia voluntaria” y con las “gracias por los servicios prestados”. Si no, “puede arder Troya”.
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